mio madre

Mio madre nun sabía idiomes pero yera tan mimosa... dicíame que con enfotu pues algamar cualquier cosa. Mio madre nun sabía idiomes pero falaba a les freses, facía ensalada rusa y mil tortielles franceses. Mio madre nun sabía idiomes pues pisó poques escueles, ¡y facía un caldu gallego y unes coles de Bruseles...! Mio madre nun sabía idiomes, yera una madre estupenda, facía arroz a la cubana con salsa a la boloñesa. ...Primeros versos del poemario Mio madre, de Aurelio González Ovies, editado por Pintar -Pintar, abril 2010 (Edición en asturiano)

domingo, 16 de marzo de 2014

MORENA de la güelina Atilana





Hoy una receta de las de toda la vida, aunque yo la desconocía. Me llegó gracias a Geli, una amiga del concejo de Ribera de Arriba. Su güelina Atilana la preparaba siempre que alguien de casa se encontraba un poco enfermo o a los pequeños cuando estaban inapetentes, así garantizaba alimento sin esfuerzo.  Por eso su madre y ahora ella siguen preparando esta rica cazuelina. Y también yo la pienso tener en cuenta, es deliciosa, poco dulce y muy agradable al paladar. Es de las recetas que me gusta incluir en este blog, en memoria de estas sabias mujeres que, con tan poco, hacían la delicia de los suyos. Gracias, Geli.

Foto: Está será la foto de portada de L.R.T por una temporada, en homenaje a Gustavo y a Vicente por su compañerismo, valentía, gallardía, humanidad y sobre todo por jugarse su propia vida para socorrer al patrón de pesca del Santa Ana.
Un homenaje a estas personas de la mar que también arriesgan y dan todo por nada. Tras el triste naufragio en el Faro de Peñas del arrastrero portugués Santa Ana, marineros valientes de mi concejo lograron salvar  la vida a un tripulante, aún sabiendo que podían perder la suya. Va por vosotros, Gustavo y Vicente. Infinitas las gracias por vuestra generosa humanidad. Descansen en paz los que ya navegan en aguas tranquilas. (Foto de Luanco recuperación de tradiciones)
Dejo un poema de A. G. Ovies
Extensión de belleza

pgorrion.jpg

Y se quedó mirando el mundo

desde arriba,

antes de encaminarse a la espesura

inmensa.

¡Qué perfección más triste!

¡Qué extensión de belleza!

lunes, 10 de marzo de 2014

TARTA DE LA CAZONERA, CARDO (Con patatas)


Hoy una receta de las de toda la vida en la Cazonera, casa de mi amiga Ana, en la parroquia de San Martín de Cardo, en Gozón. Es la tarta que se preparó siempre para las fiestas. La hacían por triplicado y así tenían tres hermosos postres con los que agasajar a los muchos invitados que siempre se reunían para celebrar el patrón. Lo de utilizar patatas en el relleno me parece muy curioso. La preparé tal cual, aunque la almendra se la puse casi en granillo, para encontrar trocinos, pero la próxima que haga la trituraré más, fiel a la receta. Gracias Ana, está muy rica.


Un texto de A. G. Ovies, publicado en La Nueva España, 5 de Marzo 2014


Me siento a contemplar esta tarde tranquila de domingo que acaba. Son las seis, pero advierto que oscurece de pronto. Los magnolios quizá no sientan como yo esta luz fugitiva y tan escasa. La ciudad es la misma que cruzo día a día, pero un sigilo extraño la dota de una falsa perspectiva. Todo en mí pide voz. Hoy respiro palabra. Regresa una familia del campo con su perro y sus niños. Traen cestos con berzas y ramos de narcisos. Traen bolsas con restos de comida, con mendrugos de pan y trozos de empanada. Los pequeños, manchados de verdín, han caído rendidos. Recuerdo cómo huelen estos lentos domingos de primeros de marzo. Algo vuelve a punzarme entre la realidad y los hilos del alma.
Todo en mí es tosquedad. Desconozco qué soy, la piel que me acoraza. ¿Si mis ojos miraran de manera más agria este cielo que ofrece matices tan humanos, me dolería la vida tan hondo como ahora? ¿Me dan significado estos prunos floridos que, tal vez, menoscabe una nevada? ¿Perduran frente a mí? ¿Si no viera belleza en todo lo que observo sería menos intenso el necesario adiós? ¿Qué percepción mantengo de cuanto me rodea? ¿Por qué no entiendo el todo sin atisbar la nada?
¿Qué les duele a mis manos cuando rozan tu carne? ¿Qué tocan, como temblor de otoño, disperso por tu espalda? ¿Qué habita en ti tan parecido al humo? ¿Por qué te auguro lejos? ¿Eres acaso el tiempo que no he de concluir? ¿Si no estuvieras tú, la oscuridad cabría en lo ancho de la noche? ¿Cuánto dilataría la distancia? ¿Soy sin ti lo que no sé que soy? ¿Me marcaría tanto tener que abandonar los lindes de tu nombre? ¿Tener que no escuchar tu gozo entre el fulgor de la mañana?
¿Y mi boca, qué halla protegido en tus labios? ¿Cuándo sale a tu encuentro, qué la lleva hacia ti? ¿Qué le dicta en silencio tu pasión a mi ser? ¿Con qué fuego lo llama? ¿Cuánto te debo en todo? ¿Por qué no advierto el día antes de comprobar que sigues a mi lado? ¿Qué me impide desgranar lo presente sin más temor ni más desesperanza? ¿Quién me enseñó a evocar antes que a poseer? ¿A perder lo que aún no ha acaecido, a añorar lo que ni he disfrutado? ¿Cuánta melancolía derrocho a cada instante? ¿Por qué si estás aquí presiento que me faltas? ¿Es negación total, es perspectiva falsa?