mio madre

Mio madre nun sabía idiomes pero yera tan mimosa... dicíame que con enfotu pues algamar cualquier cosa. Mio madre nun sabía idiomes pero falaba a les freses, facía ensalada rusa y mil tortielles franceses. Mio madre nun sabía idiomes pues pisó poques escueles, ¡y facía un caldu gallego y unes coles de Bruseles...! Mio madre nun sabía idiomes, yera una madre estupenda, facía arroz a la cubana con salsa a la boloñesa. ...Primeros versos del poemario Mio madre, de Aurelio González Ovies, editado por Pintar -Pintar, abril 2010 (Edición en asturiano)

sábado, 23 de noviembre de 2013

PUDIN DE CASTAÑAS




¡¡¡Qué ricas están las castañas!!! Cocidas, magostadas (asadas), en tartas y, cómo no, en pudin. La receta me la dio mi prima Mari, a la que le encanta cocinar y deja buena herencia de su saber a sus hijas, excelentes cocineras las dos. También quiso hacerme partícipe y me regaló una extensa lista de recetas, recopiladas a lo largo de los años en una libreta. Me hizo una ilusión tremenda y ella lo sabe. Besos desde aquí, guapa.
El pudin llena bastante, por eso las raciones tienen que ser pequeñas. Poco pero bueno, inmejorable, ¿verdad? Espero que os guste.

  • Por cierto, no está de más recordaros (seguro que ya lo sabéis, pero, por si acaso sirve el consejo) que, peladas, congelan perfectamente. Aprovechando la temporada, las guardo en paquetinos de medio kilo, cocidas en agua hirviendo con un chorrín de anís, unos anisinos molidos y un pellizco de sal, y el resto del año las preparo en cualquier momento.







Un poema de A. G. Ovies
Otoño en flor



(AGO. Ocre y silencio. Valdemurio. 2011)


Hojas caídas.

Mis pies sobre el otoño.

Sobre mí, el tiempo.

sábado, 16 de noviembre de 2013

PASTEL DE CALABAZA Y QUESO


A pesar del poco tiempo que le puedo dedicar al blog en estos últimos meses, intento publicar los postres de temporada que, en mi opinión, merecen la pena. Esta vez le toca a la calabaza, pues además está en su mejor momento.
Y hoy, os dejo un pastel estupendo para cualquier celebración. Muy suave y con un aspecto muy apetitoso. La calabaza le da ese tono tan guapo y a quienes no les guste su sabor -sé que a varias amigas no les va- debo deciros que apenas se nota, incluso se aprecian más el resto de ingredientes.

Un poema de A. G. Ovies:
Fisonomía de Occidente
         atardecer.jpg                                                                                                                         


Mi voz sube al ocaso su mirada.

Mis ojos hoy se posan al poniente.

Mirándote percibo por qué el cielo

derrocha tanta púrpura al perderse.

Belleza que una abuela tiende al verde.

Cordales que amurallan el futuro.

Aspas que roturan el horizonte.

Sendas que peregrinan por las brañas.

Paneras donde curten los anhelos.

Colmenas donde los brezos destilan.

Siluetas de ganado entre la niebla.

Aldeas con carácter de pizarra.               

El corzo joven que olfatea el mundo.

El acebal que no conoce el tiempo.

Parajes donde sólo ha entrado el eco.

Molinos que esperan un grano de agua.

Vegas que no han cansado de su sombra.

Cangas que han renunciado a distanciarse.

Ríos que jamás han retrocedido.

Montañas que nunca dieron la espalda.                   

Minas como mujeres ya maduras.

Viñedos que se trenzan a la vida.

Lagos donde la altura desahoga.

Pantanos donde aún suenan campanas.

Acantilados que bajan al norte.

Poblados que se apiñan en el vértigo.

Poblados con la mar hasta los hombros.

Poblados con los pies sobre las playas.

La luz indiana de la atardecida.

Los monasterios con su gesto lánguido.

La cal viva que viste el cementerio.

El corredor donde airean las sábanas. 

El aroma rural del mediodía.

La plata de los peces en las lonjas.

El volumen tan viejo de los quesos.

La hora lenta en que tornan las lanchas.

Dólmenes con su soledad a cuestas.

Concejos nietos de la artesanía.

La antigua arquitectura de los campos.

El castreño solar de la esperanza.

Qué más puede pedírsele a la tierra,

qué menos esperar de esta vertiente.

Mirándote comprendo por qué el sol

quiso morir a diario en occidente.


(Texto leído en Teatro de Tineo. Noviembre de 2006)

jueves, 7 de noviembre de 2013

PASTEL DE HIGOS Y MANZANA

Dedicada a mi amiga Mariló, en del día de su cumpleaños. Mucha dicha, guapa.
Ya casi se termina la temporada de higos y no quería dejar pasar por alto este pastel. Me parece que es de los de repetir, nada dulzón y, curiosamente, predomina, entre todos, el sabor de la avellana. Muy fácil de hacer y mejor si la dejamos de un día para otro, en la nevera.
Aquí os la dejo, a ver qué os parece.

Estos días, en nuestra región y, en especial, en toda la familia minera, se pudo apreciar la complicidad y la unión ante el dolor por el trágico accidente en el que perdieron la vida varios trabajadores. Me apena, me llega al alma la tristeza y desde aquí mando un abrazo a quienes lloran y sufren por ellos. Estas hermosas palabras de mi amiga María Rosa Serdio, definen perfectamente el sentimiento más profundo. Os las regalo, con su permiso.
 Grande, Rosa, muy grande tu texto y tu persona: 


 NIEVE NEGRA 

Foto: NIEVE NEGRA
Mª Rosa Serdio
Ha nevado toda la mañana sobre la pena negra de los mineros.
Ayer, como tantas otras veces, la realidad del mundo de las sombras salió a la superficie con su guadaña recién teñida de sangre sorprendida.
He escuchado tantas historias paralelamente iguales en todas latitudes. He estudiado en la plazuela de pozo Fondón, a la luz de una bombilla trémula, mientras mi padre repartía la herramienta para el turno y yo esperaba su compañía, vestido de mahón ennegrecido y oliendo a grasa de martillo picador, para acercarme al autobús en el que yo iba camino de la salvación.
He lavado, como hicieron mi abuela y mi madre, durante años consecutivos ropa de mina con sosa cáustica y cepillo de raíz, a mano, con agua hirviendo antes y cortante de fría en el aclarado en el lavadero de mi pueblo.
Hemos compartido, cuando niños, la penurias de los tiempos de las largas huelgas, de las enfermedades asolando las familias, de los llamados accidentes de trabajo...mientras crecíamos escuchando historias de apoyo, heroicidad, solidaridad, riesgo y humana vecindad siempre con el miedo al grisú rondando por los espacios donde se esconden los pájaros vigías de la existencia.
Otra vez el gas ladrón nos ganó ayer la batalla. Otra vez hoy tampoco cantan los pájaros.
Descanso para los mineros muertos en el paraíso de las aves vigilantes.
                               


Ha nevado toda la mañana sobre la pena negra de los mineros.


Ayer, como tantas otras veces, la realidad del mundo de las sombras salió a la superficie con su guadaña recién teñida de sangre sorprendida.



He escuchado tantas historias paralelamente iguales en todas latitudes. He estudiado en la plazuela de pozo Fondón, a la luz de una bombilla trémula, mientras mi padre repartía la herramienta para el turno y yo esperaba su compañía, vestido de mahón ennegrecido y oliendo a grasa de martillo picador, para acercarme al autobús en el que yo iba camino de la salvación.

He lavado, como hicieron mi abuela y mi madre, durante años consecutivos ropa de mina con sosa cáustica y cepillo de raíz, a mano, con agua hirviendo antes y cortante de fría en el aclarado en el lavadero de mi pueblo.

Hemos compartido, cuando niños, la penurias de los tiempos de las largas huelgas, de las enfermedades asolando las familias, de los llamados accidentes de trabajo...mientras crecíamos escuchando historias de apoyo, heroicidad, solidaridad, riesgo y humana vecindad siempre con el miedo al grisú rondando por los espacios donde se esconden los pájaros vigías de la existencia.

Otra vez el gas ladrón nos ganó ayer la batalla. Otra vez hoy tampoco cantan los pájaros.

Descanso para los mineros muertos en el paraíso de las aves vigilantes.

Mª Rosa Serdio