mio madre

Mio madre nun sabía idiomes pero yera tan mimosa... dicíame que con enfotu pues algamar cualquier cosa. Mio madre nun sabía idiomes pero falaba a les freses, facía ensalada rusa y mil tortielles franceses. Mio madre nun sabía idiomes pues pisó poques escueles, ¡y facía un caldu gallego y unes coles de Bruseles...! Mio madre nun sabía idiomes, yera una madre estupenda, facía arroz a la cubana con salsa a la boloñesa. ...Primeros versos del poemario Mio madre, de Aurelio González Ovies, editado por Pintar -Pintar, abril 2010 (Edición en asturiano)

sábado, 23 de marzo de 2013

MARAÑUELAS DE LOS 70, DE CHARO `EL CHALÁN´


Deliciosas. Con cariño,  para María Inés.


Las marañuelas son los dulces tradicionales de nuestro concejo. La fórmula más utilizada es la que os dejaba en esta publicación,  pero cada persona, partiendo de los mismos ingredientes, modifica la receta a su gusto. Nuestra madre lo solía hacer y tenemos en un libro de cocina anotaciones de las medidas, que recogía cada vez que hacía una tanda y le quedaban ricas. Con más manteca, con más azúcar, con menos harina... Así, cuando le apetecía, variaba la receta. Nuestra vecina Charo era también una gran cocinera. Se perdía en los fogones, sobre todo haciendo dulces, galletas, bollinas y marañuelas. Las dos compartían sus logros. Recuerdo a Charo cruzando la carretera con una fuente llena de rosquillas, torrijas o cualquier otra llambionada, tapado todo con un rodillo de cuadros... Otras veces era nuestra madre la que recorría el camino a la inversa.
A Charo le encantaba escribir versos. Mi hermano, de niño,  pasaba muchas tardes en su compañía, construyendo rimas. Versos que nuestra vecina logró plasmar en dos libros: Versos para los humildes y  Opiniones de oro salpicadas con poemas. La menor de siete hermanos, los llaman `del Chalán´, trabajó desde niña, como casi todas las de su generación, principios del siglo pasado, y más tarde se casó con un hombre bueno, Ramón, al que le gustaba mucho el campo y que, además de ser un carpintero estupendo, en sus ratos libres hacía unas `paxes de blimes´ (cestas), perfectas...
Hoy me gusta recordarlos preparando estas marañuelas que hizo allá por los años 70. El resultado: deliciosas.
(Miro hacía su casa y aún me parece ver la chimenea humeando, y sentir el ronroneo del cepillo y las limas en el taller. In memoriam)
Las marañuelas de nuestro concejo, una variedad de Charo.

Os dejo un poema de Charo, recogido en el libro Opiniones de oro, salpicadas con poemas:

FELIZ SEMANA SANTA A TODOS.

¨SÉ QUE ESTÁS AHI...¨

Sé que estás ahí Jesús querido,
sé que padeciste por salvarnos
sé que volverás a rescatarnos
sé que nos darás lo prometido.

Sé que a todo aquel
que en ti ha creído
le darás vida eterna
ahí a tu lado,
a todo aquel ser arrepentido
a todo aquel que, con dolor,
ha llorado amargamente su pecado.

Sé que estás ahí Jesús querido,
aunque el  mundo muchas veces
te ha negado.

Charo `El Chalán´

sábado, 16 de marzo de 2013

TARTA DE CREMA QUEMADA Y MAZAPÁN

Sorprende lo fresca que resulta.


Hoy os dejo una tarta para cuando tengáis un poco de tiempo, no es nada difícil, pero necesita varios pasos y enfriados. Merece la pena, al final tiene una textura deliciosa y  un sabor muy rico. Ideal para un cumpleaños, que bien compensa el esfuerzo.  A ver qué os parece.
Muy vistosa y de un sabor suave.


Un poema de A. G. Ovies.


 En la boca del alma



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De Bañugues a Verdicio, 01-08-10

                                                                                                           

          Como otra tarde más

                               caída

                               de los dominios

                               de la costumbre,

                               habito aquí,

                               bajo este sol

                               que ya se apaga,

                               el canto de algún pájaro

                               a lo lejos,

                               y un poco de jazmín

                               en la solapa

                               de la habitual melancolía.

                               Aquí,

                               siempre

                               la noche

                               y esos negros caballos

                               sospechosos

                               que beben en mi ser

                               tan mansamente,

                               pero no tornarán

                               a la sed que me dejan.

miércoles, 13 de marzo de 2013

CRESTA Y PLEGADO CON CREMA: bollería hojaldrada

Plegado con crema.
Estos días apenas tengo tiempo para poder estar en vuestras cocinas, ni en la mía. Aprovecho para publicar estos dulces que tenía guardados del curso. Quisiera no aburriros con tanta bollería, pero me apetece poner las diferentes formas de presentarla. Yo disfruté mucho con ello. Aún tengo pendiente también la publicación de las fotos del Festival del Oricio, espero poder hacerlo pronto. Besinos a todos.
Cresta.

Un texto de A. G. Ovies.

ALBACEA DE NOSOTROS




Cuando la primavera no pueda volver ya, que alguien grite cómo eran estos campos a mediados de marzo, cuando el sol se apasiona y en la luz se desgrana un estremecimiento parecido al amor y sus deseos. Que alguien lea en voz alta el gozo de los pájaros al despertar el día y disperse los nombres de los frutos primeros. Que alguien pose la púrpura del pruno y los cerezos en las formas del aire y declame el aroma de la paz que el manzano encomienda a sus flores. Que se escuchen el oro y la fosforescencia de las prímulas nuevas y en los caminos vibren ecos del labrantío y del estiércol.

Que alguien lleve alegría a los condados cuando no sea posible que broten los sanjuanes, el laurel y el saúco; cuando sea impensable que aniden los jilgueros. Y escriba el centelleo del agua que desciende de las cumbres nevadas todavía. Y divulgue el chasquido del espino bajo el calor intenso. Que no dejen de oírse las verdades que ahora enuncian los pinares ni las vastas metáforas de la mar desbocada. Ni el horizonte tímido, con su idioma quimérico. Ni callen los galopes del nordeste intranquilo ni el alto pentagrama de las aves que vuelan, exhaustas, desde Túnez. Ni el rebaño lozano que pasta el césped tierno.

Cuando no nazcan rosas porque ha muerto la estirpe de las rosas que no falten adverbios encarnados que testimonien siempre su prestancia. No se ausenten del todo ni el alivio del lirio ni el cardo solitario ni el mentol del romero. Ni las inestimables miniaturas que puntean la belleza: la violeta, el hisopo, las malvas, las espuelas, el llantén, las verónicas, el trébol y el eléboro. Que algún propagador se pronuncie albacea de la serenidad de aquellas tardes de grillos pertinaces y cielo inmenso. Y pueda referir la miel que aún respiro cada vez que lo evoco y lo siento tan lejos.

Que insista siempre alguien, que alguien preconice el esplendor ingente que iluminó estos siglos, que reincida alguien en tanta perfección, en tan gran libertad y en tanto menosprecio. Que no se hunda el firme de tanta exactitud, que no desaparezcan los atlas de la niebla ni el nácar del rocío ni el clima saludable ni sus muchos linderos. Que exalten la pureza de lo que no intentamos mirar con obediencia, de lo que no quisimos querer con lealtad, de lo que no supimos respetar con respeto.

viernes, 8 de marzo de 2013

DANESA Y SIRENA, bollería hojaldrada

Sirena.
Hace tiempo que no publico nada de masa de bollería. Pues hoy os dejo dos divertidas formas para preparar los dulces. Si no queréis perder el tiempo haciendo la masa de bollería o la masa hojaldrada, se pueden hacer con hojalde, una lámina del que se vende comercializado vendría bien. Pero claro, el sabor ni se le puede comparar. Os dejo el paso a paso hecho por Juanma, nuestro profesor, en los cursos del año pasado. La sirena es un poco más enrevesada, pero no difícil. La danesa, muy fácil. Animaros.
Danesa.

Un poema de María Rosa Serdio, hoy, día Internacional de la mujer:


HOGUERAS EN LA NOCHE




Al amor del fuego y la palabra.
Al amor del secreto compartido, 
crecen las mujeres.
Al calor de la brasa de la hermana,
a la vera del consejo de la abuela,
florece el canto de la tierra.
Con la luz que revuelve las entrañas,
en el manto que cubre las preñeces, 
se alberga el sonoro tambor de la esperanza.
Donándose las cuentas del hechizo,
al sumarse a las penas y a las lágrimas,
siendo hermanas desde el fondo de la tierra, 
animan las semillas, 
aceleran los vientos, 
amainan las mareas.
Es la vecina quien sabe de tu piel y tus dolores
porque ha traído al mundo a tus quimeras,
porque, desde siempre, ha guardado tus secretos,
porque te mira y sabe porque habita
en tu misma conciencia.
¡Celebremos, pues, a quienes SON nosotras
porque donde hay una mujer,
se abre la tierra entera.

María  Rosa Serdio

domingo, 3 de marzo de 2013

TORTILLA DE ORICIOS, bolla escaldada con cebolla


Acompañamos de unos tortos de bolla escaldada frita y cocida.
Hoy os dejo una tortilla de las fáciles, como pocas. El inconveniente puede ser el vaciado de los oricios, pero si os da pereza, con caviar de oricios también queda bastante rica, aunque el sabor a mar que se consigue con los frescos es imposible lograrlo con el caviar. Merece la pena manchar un poco las manos y disfrutar de la mar en la boca.
Acompaño con unos trozos de bolla escaldada con cebolla, en dos versiones, tortos y cocida. Nuestra madre siempre nos la hacía en el horno y dejaba un poco de la masa para freírla en la sartén con muy poco aceite. La dejaba bien `churruscadina´ y nos la rifábamos. Ella hacía una grande, del tamaño de la base de la sartén. Yo preparé varias, más pequeñas. (La tengo publicada hace años aquí). Heredó la receta de sus tías, ellas a su vez de su madre y por eso, es una receta de las de toda la vida, al menos en nuestra familia.

En mi próxima publicación, mostraré fotografías de Festival del Oricio de este año, que resultó genial, gracias al numeroso público visitante y al buen hacer de los vecinos que colaboraron para que así fuera .


Siempre que mi hermano nos trae oricios, me viene el recuerdo de nuestra tía Nieves, tatá, como la llamábamos. Le gustaba tanto ir a cogerlos como después comerlos... No, más bien, disfrutaba viendo lo que nos prestaban a los demás. Era conocedora de todos los 'pedreos' de la zona y sabía dónde encontrar los `más dulces´. Siempre venía con la cesta cargada hasta los bordes y repartía: unos para casa de nuestros güelos y otros para nosotros. Ella ya no los comía en casa, prefería partir unos cuantos en el comienzo de la subida de la `riba´ donde los cogía, sentada con sus compañeras, compartiendo unos trozos de pan y bebiendo de ellos la misma mar en cada bocado... Clarina, Mari Sol, Reme, Marcela, Visita... Muchos nombres van unidos a las aventuras de cada ida a por `aleznes´, que es así como los denominaba. Trabajaban duro, pero también lo pasaban bien, pues nuestra tía nos contaba con añoranza todas las andanzas, cuando, de mayor, ya no podía ir a la marea y en su cara reflejaba la desilusión. Vayan por ti, `tatá´. Con lo que te gustaba la bolla, seguro que la disfrutarás desde algún rincón.
Tatá.

Os dejo un texto de A. G. Ovies, publicado en La Nueva España.


DE LO QUE ECHO DE MENOS
La tormenta de estos días pasados, en el Cabo.
La vida verdadera, la vida que vivía, con las tardes sin prisas y el manzano florido en medio de la huerta. Las mañanas de marzo, con la mar muy tranquila y la bruma marchando despaciosa hacia el norte. El furgón del lechero, madrugador y alegre, que nos saluda a todos camino de la escuela. La voz del panadero, que grita desde lejos pan caliente y borona. Los cantos en las cuadras, con la luz encendida, mientras limpian las vacas y les dan alimento y las ordeñan. El olor a cocido que todos los hogares desprenden muy temprano.  El solo afilador, que afila los cuchillos y remacha sartenes y arregla las cazuelas. Los prados habitados, en cualquier estación. Las sílabas del aire por entre la cintura de la hierba.

Ilusiones sencillas, esperanzas pequeñas, días iluminados por la luz de algún sueño que no se cumplirá, mas nos tiene despiertos. Atardeceres hondos y madres que nos llaman y fragancia de higueras. Marineros que llegan con las cestas repletas de refulgentes peces sobre camas de helecho. Obreros que circulan en bici con dinamo y gesto de cansancio y pinzas de la ropa en las perneras. El bullicio en los chigres, sus mostradores largos, donde se habla de todo, aunque nada se diga. La noche y su cobijo, la grata compañía de los seres queridos y la sabrosa cena.

La quietud del presente, su extensión perdurable, el futuro que apenas se concibe ni inquieta. Hortalizas robustas, frutas deliciosísimas que penden de las ramas, rocío en su volumen. Labradores serenos con manos como azadas y piel como paciencia. Ganado manso y lento. Pueblos con casas llenas. Aldeas revividas, paredones y fincas. Paredes encaladas. Caminos con destino. Niños cuyo alboroto despierta a las estrellas.

Echo de menos todo. Como un hombre que añora lo que pierde. Como un hombre que busca lo que falta. Como un perseguidor de las ausencias. Echo de menos luz. La claridad con la que despertaba. La candidez con la que amanecía. El sentimiento con el que me adormecía. Echo de menos el grillo y la luciérnaga. La mansedumbre de los animales. El autobús de línea y la belleza. Echo de menos paz, verdad y amor. Una verdad que aún no sea mentira. Echo de menos sed (y no me falta el agua). Huir de la costumbre. Salir de los patrones. Echo de menos un abrazo entero. Y una palabra hermosa cada día. Sentir. Sentir un corazón. Sentir a Dios, de nuevo y para siempre, en la naturaleza.