mio madre

Mio madre nun sabía idiomes pero yera tan mimosa... dicíame que con enfotu pues algamar cualquier cosa. Mio madre nun sabía idiomes pero falaba a les freses, facía ensalada rusa y mil tortielles franceses. Mio madre nun sabía idiomes pues pisó poques escueles, ¡y facía un caldu gallego y unes coles de Bruseles...! Mio madre nun sabía idiomes, yera una madre estupenda, facía arroz a la cubana con salsa a la boloñesa. ...Primeros versos del poemario Mio madre, de Aurelio González Ovies, editado por Pintar -Pintar, abril 2010 (Edición en asturiano)

viernes, 8 de febrero de 2013

TERESICAS, las bollinas de crema de mamá

Rellenas de crema pastelera. Fuente: Cocina selecta, Carmen.
Al próximo domingo, el anterior al carnaval, nuestra madre siempre lo denominaba `domingo del gordu´ y siempre nos tostaba bollines: de calabazón, de manzana o bollines sin más. Otras veces, `mantes´ (frixuelos), rosquilles y casadielles.  Pero, independientemente a estas fechas, si nuestro primo Toño anunciaba una visita a nuestra casa, ya la veíamos trajinando con harina y rodillo en mano: le hacía bollines de crema. Tenía, como ya comenté, solamente un libro de cocina, pero le sacó todo el provecho del mundo. Cuando se fue, me quedé sin saber cuál sería la receta que utilizaba para prepararlas, así que poco a poco, fui haciendo las que creía que podían ser, hasta que llegué a ésta. Me prestó hasta la emoción, os lo puedo asegurar. Son muchas las que me quedan por rescatar aún, pero esta receta, mis amigas lo saben, era especial. Siempre que nos reunimos o alguna persona me comenta sus dulces, inevitablemente les preguntaba a ver si daba con ella. Bueno, hoy la publico y si la hacéis, espero que os encanten tanto como a nosotros. Y tú, mamá,  que desde tu estrella, las disfrutes-


Para nuestro primo Toño

Y, cuando se va un trocín de corazón... Os dejo un texto de A.G. Ovies.
 Argos.

La casa, sin ti

Para «Argos»

06.02.2013 | 02:21, La Nueva España

Catorce años juntos, de noche a mañana. Qué días brillantes vistos desde ahora. Fue todo muy rápido, más de lo esperado. Llegó la vejez e invadió tu cuerpo. Se metió en tus huesos, contagió tus órganos, robó el equilibrio de tus blandas patas. Fue todo muy pronto, más de lo previsto. Todos los rincones quedaron desiertos. Quedaron muy solas todas las estancias. Dejaste el vacío que deja un humano, lo mismo que un ser de los que nos quieren, como una persona de las que se aman.


Es todo distinto, así de repente. Nada se parece a lo que eras tú. Te echaron de menos hasta las persianas, y la luz del día sobre el limonero y la mesa vieja del mosaico azul y tu olivo amigo, que mira a la calle y el tiesto de barro sobre el que meabas. Te querían las puertas y los azulejos y la estantería y el lomo del libro que tanto mordiste y la voz del timbre y el sabor del pan y el lápiz de goma y el nudo de hilos y la colchoneta en la que soñabas. Todo es diferente, aunque sea lo mismo. Llenabas el mundo con tus rizos negros, con tus cejas blancas encendías la casa.


Te añoran los brezos, las sillas y el toldo. Todo te requiere, fuera, en la terraza. Te evocan los brotes que caen del camelio y las hojas secas que tira la adelfa. Y la regadera y el sanjuán de abajo. Y algún abejorro que vuela hasta al polen joven del narciso. Y el jazmín que cuelga junto a la ventana. Y las escaleras que subiste a diario. Y el color del cielo, al caer la tarde. Y el rumor del mundo, en torno a la noche. Y la intimidad que inflaman las lámparas. Dejaste una herida grande, muy profunda, como la que se abre al perder las cosas que más significan, una época bella, una compañía fiel y generosa, la sinceridad de una mirada.


Ceniza. No hay más. Ese lapso inane entre todo y nada. Ese vano previo a la incertidumbre de lo más certero. Volveremos juntos, si es que regresamos a nuestros orígenes, a corretear por la primavera, a lanzarte un palo, a jugar con lascas. Catorce años juntos. ¡Qué fugacidad! Quedaron muy tristes tu hueso y tu erizo, tu nombre y tus trapos, todos tus muñecos, todas tus costumbres. Lloró la jirafa.


Se pueden rellenar con duce de ciruela, dice la autora del libro. Mamá siempre las rellenó de crema pastelera.
Para las teresicas, necesitamos: (24 unidades)
Así de hojaldradas.

  • 250 gramos de harina
  • 50 ml de vino blanco
  • 25 gramos de manteca
  • 100 gramos de mantequilla a temperatura ambiente
  • 100 ml de agua
  • 5 gramos de levadura prensada
  • una cucharadina de azúcar
  • un pellizco de sal
  • crema pastelera ( la cantidad que se consigue con medio litro de leche)
  • azúcar para envolverlas
  • aceite para freírlas
Elaboración:


Ponemos en un cazo el agua, la sal, el vino blanco, el azúcar y los 25 gramos de manteca ( le puse mantequilla cocida). Se pone al fuego y cuando hierva se retira y se deja templar. En ese momento, añadimos la levadura y la mezclamos bien. Se deja que enfríe por completo. En  la mesa de trabajo se coloca la harina tamizada en volcán.

Se echa en el centro el contenido del cazo y se va mezclando bien con la harina hasta conseguir una masa suave y elástica.(Os sorprenderá lo bien que queda). Se estira con el rodillo en forma de un cuadrado de aproximadamente 25 centímetros de lado.
Se pone la mantequilla en el centro y se va doblando sobre ella la masa,

y una vez cerrada, se le da la vuelta. Se espolvorea de harina y se estira con el rodillo, desde el centro hacia arriba y abajo y desde el centro a derecha e izquierda hasta formar un rectángulo. Se hace un doblez sencillo (Véase hojaldre)
Se espolvorea de harina la mesa de trabajo y la masa y se estira hasta que quede lo más fina posible. Con un aro de 8-10 centímetros, se van cortando, se les pone una cucharada de postre de crema pastelera en el centro,

se doblan al medio y se cierran, presionando bien con un tenedor. No hace falta humedecer el cierre,se pegan las dos capas  estupendamente. La masa que va quedando entre corte y corte, se va doblando y espolvoreada de poca harina, se vuelve a estirar las veces que necesitemos, aunque no quedan tan hojaldradas, están bastante bien.
En abundante aceite caliente, se van friendo.

Se van colocando sobre papel de cocina y cuando estén TEMPLADAS, se van envolviendo en azúcar. Una vez frías, listas para degustar.
Os aseguro que están riquísimas.

Con la crema...

Y así de hojaldrada la masa. No hay nada como las recetas de siempre, ¿verdad?

¡¡¡ A VER SI VOS PRESTEN!!!